Dylan Edgmon | Manos de la Homeland
En las horas aún oscuras antes de que el resto del mundo se mueva, Dylan Edgmon ya está levantado, atando sus botas a las 3:30 a.m., café en la mano, mente ya en el día por delante. Algunos días, es una línea de 69,000-voltios zumbando por encima. Otros días, es un llamamiento a raíz de una tormenta, donde el silencio, la ruina y el alambre enredado se encuentran con él al borde del desastre.
Dylan nunca sabe muy bien lo que le deparará el día. Y esa es parte de la razón por la que aparece.
Criado en una familia de cuello azul en California, Dylan aprendió temprano el valor del trabajo duro que se puede ver y sentir al final del día. Su padre manejaba equipos pesados mientras Dylan trabajaba en la tierra, criando ganado, arrebatando motores diesel, cortando sus dientes en la agricultura antes de perseguir un nuevo futuro hacia el este. Cuando aterrizó en Oklahoma a los 20 años, no tardó mucho en encontrarlo por las líneas eléctricas.
Hoy en día, Dylan es un oficial de línea, uno de los pocos entrenados para trabajar en líneas energizadas, desde conexiones vecinales hasta sistemas de transmisión masivos de 345.000 voltios. Construye y mantiene las arterias que mantienen el país funcionando, literalmente un polo a la vez. Ya sea que se trate de guantes de alambre vivo o de reconstrucción después de un huracán, lo que está en juego es muy alto, y también lo es la presión.
"Nuestro primer error", dice, "podría ser el último". Y, sin embargo, sube.
Lo que mantiene a Dylan no es solo la adrenalina o el cheque de pago, aunque las recompensas son reales, es el vínculo con su tripulación. En un mundo que es cualquier cosa menos predecible, la confianza es la única constante. “Sé el guardián de tu hermano,” dicen. Y lo dicen en serio.
Ha estado haciendo esto el tiempo suficiente para priorizar lo que importa: Botas que aguantan, equipo que no se rinde, y el sueño de un día estar más en casa. “Estoy bendecido”, dice Dylan. “He llegado a ver todas las partes de Estados Unidos. Tengo un oficio que me ha dado una familia, no solo por sangre, sino en el campo”.
Como muchos linieros, las botas de Dylan son una extensión de su ética de trabajo. La comodidad importa cuando estás de pie todo el día. La durabilidad importa cuando usted está escalando postes o cavando en la roca. Y el apoyo es importante cuando el próximo trabajo podría ser a través del estado o en una línea de montaña. Para él, las botas que son fáciles de encender, fáciles de apagar han cambiado el juego: Seguras, pero seguras. Cuando está escalando, los vástagos de acero y la protección contra riesgos eléctricos son una necesidad.
Dylan ha pasado por las botas en seis meses y ha pisado más suelas de las que puede contar. Porque cuando el trabajo es mantener a Estados Unidos con energía, no hay tiempo para equipos que no puedan seguir el ritmo.
Por eso se pone lo que funciona.
Para Dylan, el sueño americano no es solo una frase, es su vida diaria. Es dueño de su casa. Ha construido una carrera con sus propias manos. Ha viajado de costa a costa, ha reconstruido después de un desastre y ha forjado un pedazo de mundo para él y su familia.
"Si quieres ganar cincuenta mil dólares al año y estar en casa todas las noches, puedes hacerlo. Si quieres ganar un millón persiguiendo tormentas, puedes. No hay tope. Sin techo. Lo duro que estás dispuesto a trabajar", dice Dylan. "Las líneas eléctricas son realmente el sueño americano".
Dylan Edgmon es uno de los muchos cuyas manos mantienen nuestro país seguro y habitable. ¿Y las botas que lleva? Ellos llevan ese sueño adelante... Un poste, una milla, un amanecer a la vez. Estas son las Manos de la Patria.