El peso del hormigón y el carácter

John Rodríguez | Manos de la Patria

Un hombre, John Rodríguez, vestido con casco y guantes, posa con las manos frente a él, de pie frente a un gato de bomba de aceite. Un hombre, John Rodríguez, vestido con casco y guantes, posa con las manos frente a él, de pie frente a un gato de bomba de aceite.

Cuando John Rodríguez se despierta al amanecer, decide centrarse en la determinación, la positividad y la perseverancia, con un objetivo claro en mente. No se limita a ponerse las botas. Asume la responsabilidad.

A sus 28 años, John ya ha recorrido un camino de lucha y fortaleza, y hoy carga sobre sus hombros el peso de la infraestructura de Oklahoma y su futuro.

Un hombre posando delante de una vieja camioneta Ford y poniéndose las botas. Un hombre posando delante de una vieja camioneta Ford y poniéndose las botas.

Es esposo de Talon y "padre" de su hija, Westyn. Disfruta del aire libre, ir al lago, montar en side-by-side, los deportes y, en general, disfrutar al máximo de la vida.

Criado por su abuelo tras mudarse de San Diego a la pequeña ciudad de Cleveland, Oklahoma, John aprendió desde pequeño que el trabajo duro no solo era un valor, sino la moneda de cambio del respeto.

"Hay una brecha generacional cuando te cría tu abuelo", dice, "pero con ella vienen expectativas más profundas sobre cómo llevas tu nombre y tu trabajo". Esas expectativas lo moldearon en el tipo de hombre que te estrecha la mano con firmeza, te mira a los ojos y dice lo que piensa.

Un hombre parado frente a un gato de bomba de aceite, mirando hacia otro lado. Un hombre parado frente a un gato de bomba de aceite, mirando hacia otro lado.

Un hombre parado frente a un gato de bomba de aceite, mirando hacia otro lado.

Luego ascendió primero a un puesto de control de calidad, luego a gerencia, operaciones y ventas. No ascendió porque alguien le diera una escalera. Ascendió porque llegaba temprano, trabajaba hasta tarde y trataba cada obra como si llevara su nombre.

Ahora, cuando conduce por pueblos de Oklahoma como Stillwater, Chandler, Enid o Cushing, o por la autopista de peaje de Oklahoma, puede señalar lugares emblemáticos, escuelas, presas, estadios y decir: "Ayudamos a construir esto". Para él, no es solo hormigón. Es orgullo depositado en los cimientos de su estado.

Pero el camino no siempre ha sido fácil. Como joven líder, John tuvo que demostrar su valía a hombres que le doblaban la edad.

Una fotografía en blanco y negro de un hombre sosteniendo una llave inglesa, posando frente a una plataforma petrolera. Una fotografía en blanco y negro de un hombre sosteniendo una llave inglesa, posando frente a una plataforma petrolera.

“Una semana, era su colega. El lunes siguiente, su jefe”, recuerda. “No fue fácil. Hay que ganarse ese respeto, y no se hace de la noche a la mañana”.

A través de largas jornadas y conversaciones difíciles, se ganó su confianza y ahora lidera con la misma integridad que su abuelo le enseñó años atrás.

Para John, el liderazgo también significa ser el primero en contestar el teléfono, ya sean las 9 p. m. o las 3 a. m. “Si mis compañeros están trabajando, yo estoy trabajando. Así son las cosas”, dice.

En el mundo del hormigón premezclado, los retrasos por el clima, los problemas con los clientes o los vertidos de hormigón inesperados no esperan hasta el horario de oficina.

Usa sus botas en todo momento, no solo por el trabajo, sino por su estilo de vida. Como diabético tipo 1, la comodidad y la protección para los pies son indispensables. “Quiero unas botas que no me den miedo. Unas que pueda usar en el trabajo y también el fin de semana porque me sientan muy bien”, dice.

Un hombre sosteniendo un teléfono celular, en un teléfono, frente a una camioneta Ford. Un hombre sosteniendo un teléfono celular, en un teléfono, frente a una camioneta Ford.

Por eso es importante la Colección Justin Homeland. Está hecha para hombres como John, aquellos que no tienen tiempo para amoldar sus prendas, que necesitan durabilidad y comodidad que aguanten jornadas de 15 horas.

Y cuando todo se calme, el sueño americano de John no es ostentoso. Es honesto. Sueña con jubilarse joven, no para descansar, sino para construir algo propio. "Quizás algo relacionado con los deportes de motor o la agricultura", dice, "pero más que eso, quiero que mis hijos formen parte de ello. Quiero transmitirles nuestras aficiones, nuestros valores... nuestro tiempo juntos".

Es un sueño que completa el círculo, del niño que necesitaba orientación al hombre decidido a dársela.

La historia de John Rodríguez es la historia de la Colección Patria. No se trata solo de botas. Se trata de quienes las usan. Quienes vierten hormigón en la tierra para que otros puedan construir sueños sobre ella. Quienes trabajan con sus manos, lideran con el corazón y nunca olvidan de dónde vienen.

Estas son las manos de la patria.

Un hombre, John Rodríguez, con cabello negro, vistiendo un casco y sosteniendo un pulgar hacia arriba. Un hombre, John Rodríguez, con cabello negro, vistiendo un casco y sosteniendo un pulgar hacia arriba.